CRÓNICA PERIODÍSTICA: Cristian Maquilón, la promesa del atletismo que el terrorismo apagó
El joven de Chigorodó había entrado a
la Policía becado por su talento en el lanzamiento de disco. Había sido de la
Liga de Antioquia y ganado competencias. SEMANA habló con su familia. "En
mi corazón es un héroe", dice su hermano.
Cristian Camilo había regresado hace poco a la Escuela de Cadetes General Santander. El joven se devolvió el 7 de enero a Bogotá para continuar con sus estudios en esa institución pues había recibido permiso para pasar la temporada navideña en su natal Chigorodó, municipio del Urabá antioqueño. El atleta es una de las víctimas del atentado del pasado jueves en el que otras 20 personas perdieron la vida. La explosión del ELN apagó su vida.
Hace apenas tres semanas, Cristian
había dejado de nuevo Chigorodó. Su padre, Urbano Maquilón, y sus ocho
hermanos mayores no salen aún de su sorpresa. El joven era un atleta consumado,
experto en el lanzamiento de disco. Las competencias de ese deporte
habían terminado en agosto y eso le había dado la posibilidad de regresar a
casa para compartir con su familia en las fiestas navideñas. “Cada
vez que venía me traía un regalo”-recuerda don Urbano- “esta navidad me trajo
dos pares de zapatos y un pocillo marcado con su nombre”.
Para él, Cristian era la luz de
sus ojos. Día de por medio su hijo menor lo llamaba para preguntar por su
estado de salud y repetía constantemente esta pregunta: "¿Qué comiste
papi? No aguantes hambre, deja que termine mis estudios pa’ que veas que te vas
a recuperar’? narra Don Urbano, en medio de sollozos.
Cristian Camilo anhelaba terminar la
carrera en la escuela porque sentía el deber de cuidar a su padre, que tiene 78
años, y comprarle una casa al graduarse como cadete. “Papi yo quiero
tener una casita para poder relajarme con usted cuando a mí me den permiso”, decía.
Y por eso llevaba año y medio viviendo en Bogotá para lograr la meta.
Sandra Cortés,
sobrina de Cristian, cuenta que se enteraron por los medios de la muerte de
Cristian. Inmediatamente salió la noticia, su esperanza estaba
en verlo entre la lista de heridos, y no de muertos. Pero un canal de
televisión mostró su fotografía, en horas de la tarde, confirmando que el
"niño", como aún le decían en su casa, era una de las víctimas
fatales del terrorismo.
“Nunca pensé estarlo llorando”, dice
Sandra. Para ella, su tío era un niño muy querido y humilde que será recordado
porque siempre vivía sonriente. Él era un ‘principito soñador’ que, asegura
Sandra, habría cumplido todos los deseos de su familia si un día se
hubiese encontrado la lámpara de Aladino porque “sus sueños iban más allá de su
imaginación” y tenía una enorme generosidad.
Según ella, la vocación de servicio
de Cristian se la inculcó su padre desde la infancia. La educación y los
principios, bajo los cuales don Urbano crío a su hijo, hicieron de él un joven
solidario que encontró en la Policía Nacional la mejor forma de combinar su
pasión deportiva y la labor comunitaria.
Desde los doce años se enfocó en el
atletismo y comenzó a entrenar en la modalidad de lanzamiento de disco, en
Chigorodó. Su gran desempeño lo llevó en 2014 a ser parte del Grupo de
desarrollo deportivo Urabá y posteriormente se convirtió en miembro de la Liga
de Atletismo de Antioquia.
Leomedina Blandón, entrenadora del
joven atleta desde 2016, comenta que ‘el niño’ era “extremadamente talentoso,
comprometido y con muchas ganas de salir adelante”. Su mayor
sueño era llegar a la Villa deportiva en Medellín, pero al no obtenerlo,
Cristian tomó la beca que le ofreció la Policía para estudiar y al mismo tiempo
competir en representación de la institución. “Él fue
campeón nacional infantil, campeón nacional juvenil y obtuvo un tercer lugar en
los Juegos Centroamericanos Intercolegiados que se realizaron en México en el
2015”, añade. Es por esto que Cristian Camilo se esforzaba al máximo para dejar
en alto el nombre de la Escuela, pues la oportunidad que le brindaron era
perfecta para cumplir con su proyecto de vida.
Su decisión de entrar a la Policía
generó posiciones encontradas en la familia. Para Sandra, optar por esa
carrera era demasiado peligroso. “A él no le gustaban las armas, pero yo creo
que sus amigos atletas lo animaron a tomar ese camino”, cuenta. Mientras que
para Urbano Maquilón Junior, hermano mayor de Cristian, el camino fue el
correcto porque el chico pintaba con buen futuro en el atletismo y siempre
contó con el apoyo de su padre para hacerlo. La Policía era un lugar donde él
podía cumplir ese sueño.
Urbano junior lo describe como “un
grande”, pequeño todavía de edad, pero más sabio que él. Asegura que Cristian
le daba más consejos de los que él mismo podía darle. “En mi corazón
sigue siendo un héroe”, recalca una y otra vez. Y
concluye diciendo que la carrera de su hermano no se habría frustrado de
no haber sido por “esos malvados sin corazón”.